Para hablar del origen de nuestros varietales, en el caso de la uva criolla, es necesario remitirnos al desembarco de los primeros conquistadores españoles en llegar a nuestras tierras. Portadores de la uva Listán Prieto -conocida también como Criolla Chica– y en consecuencia de su cultivo en nuestro suelo cruzándose con otras variedades como Moscatel de Alejandría, dieron origen a algunas nuevas que se encuentran en constante estudio por sus aptitudes enológicas.
Actualmente se estima que la plantación de Criollas -hay gran variedad de ellas, de las más conocidas encontramos Torrontés, Criolla Chica y Criolla Grande– ocupa aproximadamente un 30% de superficie de la Argentina. Este varietal fue introducido en la Argentina hace más de 400 años y durante décadas fue la favorita de los viñateros por su condición resistente y rendidora.
A lo largo de los años la búsqueda de viñedos antiguos que preserven la calidad en las plantaciones, las prácticas agronómicas para potenciar su calidad enológica y la elaboración de una versión más elegante, compleja y concentrada, en contraposición a la que se conocía antiguamente vinculada al volumen, se ha vuelto un desafío -y un orgullo- para enólogos y agrónomos. Logrando así revalorizar la uva criolla, contribuyendo a aumentar la oferta varietal argentina; donde los wine lovers y los nuevos paladares son aquellos que se atreven a estas nuevas experiencias y variedades, y los que finalmente vuelven a poner en boca de todos la emblemática uva criolla.
El universo de las criollas aún continúa descubriéndose y según el trabajo de investigación del INTA, que se encuentra activo desde el 2011, hasta el momento ya se conocen más de 28 nuevas variedades de criollas, proviniendo la mayoría de ellas, de la uva Listán Prieto y del moscatel de Alejandría.
Curiosamente, la uva criolla tiene un elevado nivel de productividad, generando hasta cinco o seis veces más de racimos por planta que otras cepas como el Malbec o Chardonnay, por ello el seguimiento en el viñedo y el cuidado en la elaboración son fundamentales para lograr productos de calidad y que se caractericen por ser frescos, ligeros y sabrosos, dando por por resultado vinos fáciles de beber y permitiendo crear tantos vinos blancos como tintos.
"Hacer criolla es emocionante porque revaloriza nuestra historia y patrimonio, además muestra lo diversa que es Mendoza y Argentina en cepas. Tuvimos la suerte de encontrar un viñedo antiguo, en suelo arenoso, de muy buen equilibrio que nos permitió vinificar un vino auténtico de aromas frescos, sutiles, con acidez crocante y textura de boca, para un momento de consumo diferente", comentó el enólogo Santiago Mayorga.
En este sentido, Cadus Signature Series Criolla Chica 2019 es una de las ediciones especiales, fruto de la inspiración del enólogo de la bodega, Santiago Mayorga, único argentino en obtener el reconocimiento “The Future 50” -premio a las 50 personalidades más influyentes del mundo del vino y las bebidas espirituosa – que tiene lugar en Vista Flores, Valle de Uco, Mendoza.
Originariamente esta cepa fue cultivada en un viñedo que posee altos niveles de calidad para su desarrollo, a 1.000 metros sobre el nivel del mar en un suelo arenoso. Vinificada en tanques de acero inoxidable con 5% – 8% de escobajo y añejado sobre sus borras finas en huevo de concreto durante 10 meses.
A lo largo de los años este ejemplar de la bodega Cadus ha obtenido importantes reconocimientos como Robert Parker, Vinous y Tim Atkin, quien le otorgó 93 a esta añada.